RAFAEL LAMELAS
Los locales consiguen la machada del 2-2 con nueve jugadores
Un arbitraje demencial hizo bueno un empate en casa del Granada aunque parezca raro. Fue un partido muy desquiciado por un colegiado que estableció criterios divergentes en los distintos momentos del partido y al que nada ayudaron sus asistentes. Dejó al Granada con nueve futbolistas y asediado por las cartulinas amarillas. Con el horizonte oscureciéndose, los locales consiguieron la machada de empatar a dos con la notable inferioridad numérica a cuestas. En la última bajada, casi logran la heroicidad de la victoria, si Berrocal emboca un saque de falta de Cámara, determinante siempre a balón parado.
El encuentro se columpió en una nube de sensaciones. Empezó pareciendo que el Granada golearía y acabó con los rojiblancos embotellados, pero siempre con un as en la manga para marcar. Es una cualidad asombrosa de este conjunto. Siempre le queda un golpe de aliento para morder, hasta en las fases más apáticas.
En tres semanas, poco ha cambiado este equipo. Para bien y para mal. Es una apisonadora cuando se enchufa, pero se despega demasiado de los rivales en defensa. El San Roque, el típico equipo que aprovecha el impulso de un ascenso y un armazón definido desde la Tercera para arrancar con fuerza la temporada en categoría superior, se espabiló para encontrar los huecos en una zaga rojiblanca que todavía no está curtida. Ocurrió cuando el Granada comandaba las operaciones y se multiplicó el peligro en el alocado lapso final de la contienda.
Álvarez Tomé evidenció su enfado con ciertos jugadores de su plantilla por el fiasco en Sevilla, relegando a la grada a Óscar Pérez, su centrocampista más brillante. El técnico dio la alternativa a Lucena en defensa por el sancionado Mainz, Torrecilla en la zona ancha, Joselu por el lesionado Benítez y Nyom en el lateral, mandando al banquillo a Javi García. La revolución resultó exitosa menos en este último caso. Nyom mostró lo mejor y lo peor de su repertorio. Rápido y ágil como un gamo, es demasiado tosco con el balón en los pies y cuenta con carencias de cadete en lo táctico.
Tariq estrenó su cuenta en Liga y pudo respirar tranquilo, tras estrellar un primer disparo al poste. Su acción nació en los pies de Joselu, un intrépido proyecto de futbolista, descarado y genial, que obsequió con un gran pase combado a Cámara, y que éste completó con el centro a la mollera de Tariq. La aportación de este delantero es fundamental para las conexiones ofensivas del Granada. Cuando su entendimiento con Felipe es fluido, los rojiblancos entran en un proceso de armonía. Felipe pudo agrandar el agujero para los leperos en un chut franco que despejó Isaac poco después. El rechace lo cazó Joselu, cuyo tiro salió rebotado y dio en el poste. Fueron veintitantos minutos de arranque en los que la afición local se entusiasmó con el juego.
Méndez Caballero
Pero ya en ese periplo se veía que Méndez Caballero, el árbitro, no venía precisamente a ejercer la cortesía en Los Cármenes. En diez minutos había amonestado a dos futbolistas del Granada sin que mediaran jugadas severas y había apercibido a Tomé. Sus decisiones eran rigurosas con los locales y más libertinas con los visitantes. A esa coyuntura confusa contribuyó su linier en el empate del San Roque. Joaquín, 'pichichi' de la categoría, enfiló entre Lucena y Amaya desde una discutida posición, pero el asistente no apreció fuera de juego y encaró pleno de confianza a José Juan, al que le ajustó el tiro a la esquina. El sorpresivo líder de la categoría, un modesto con varios jugadores no profesionales, se agarra a unas convicciones casi familiares y a la astucia realizadora de este chico para mantenerse arriba.
Los locales se enervarían más con el árbitro cuando ignoró un penalti bastante evidente sobre Martín Ortega. Al Granada, confuso tras el 1-1, le empujó aún más al nerviosismo la expulsión de Nyom. Acelerado en su debut, el lateral francés se ganó la roja con dos entradas aparatosas, fruto de su excitación por agradar. La debilidad pasó factura al Granada, al que se le torcía el guión.
El descanso no mejoraría las cosas. Tomé retiró a Joselu -el técnico declaró después que por lesión- y dio chance a Berrocal, un delantero al que arrinconó en la derecha, inclinándose siempre a su posición natural y eliminando las internadas por esa ala. Martín Ortega se reciclaba otra vez -ya lo hizo en Sevilla- como lateral derecho. Con una amarilla encima, Tomé temió que le pasara lo mismo que a Mainz el último domingo y dio paso rápido a Javi García. Mientras, Felipe se había perfilado a la izquierda tras la parada, pero sus molestias físicas motivaron un nuevo movimiento. El entrenador apostó por la consistencia de Granada, pero renunció expresamente a la presencia por los extremos. El equipo se convertía en un largo hueso, con mucho tuétano pero ninguna arista por la que sorprender.
Un embudo
Metido en un embudo, la dificultad se recrudecía para el Granada tras el penalti de Iván Amaya. Cuando los ojos de todos -incluidos los del árbitro- se posaban en un mano a mano de Villar con José Juan, en el que salió victorioso el meta, el asistente avisó al colegiado de una supuesta falta previa de Amaya. Tras consultar a su ayudante, el árbitro expulsó al central y concedió el penalti al San Roque. Joaquín se apuntó otra muesca y parecía apuntillar cualquier esperanza de victoria local.
Con casi media hora por delante, la situación parecía inclinarse para un ejercicio de paciencia del San Roque que desembocara en su triunfo, pero por primera vez los visitantes sintieron el peso de la responsabilidad. La presión la cargaban ellos porque las circunstancias invitaban a que fueran protagonistas. Pero el Granada cerró rendijas, esperó a que los leperos pisaran campo contrario para apretarles y estuvieron inspirados en uno de los pocos recursos que le quedaba ante tanta desazón: el balón parado. Una falta más cerca del centro del campo que del área se tornó en un misil teledirigido por Cámara al área pequeña. Lucena, rematando con la nuca, consiguió el 2-2, ante el delirio de un público atragantado, que pitaba sin desmayo al trencilla.
Con más de un cuarto de hora por delante, el Granada comenzó a comprender que el empate era un botín valioso ante las peripecias del partido. Navarro, ex rojiblanco, lanzó una falta directa al larguero, recordando tiempos mejores por estos lares. Pero los locales también tuvieron la suya, en la repetición del bote de estrategia del 2-2. Contó con el mismo lanzador, Cámara, pero varió el ejecutor, Berrocal, que cabeceó escorado por unos metros. Casi al final, Añete pudo entristecer a la hinchada en una acción individual que marró solo. No hubo lamento. Sólo aplausos a los luchadores y censura a un trío arbitral calamitoso.
Ficha técnica:
Granada CF (2): José Juan; Nyom, Lucena, Amaya, Rubén; Cámara, Torrecilla, Martín Ortega (Javi García,m. 51), Joselu (Berrocal, m. 46), Felipe (Granada, m. 57); y Tariq.
San Roque (2): Isaac, Hornillos, Chema, Nando (Navarro, m. 55), Vicente, Joaquín (Berro, m. 70), Vidal (Juanlu, m. 39), Villar, Servando, Añete y Alfonso.
Goles: 1-0, m. 12: Tariq; 1-1, m. 26: Joaquín; 1-2, m. 69: Joaquín; 1-2, m. 71: Lucena.
Árbitro: Méndez Caballero (Almería). Expulsó por doble amarilla a Nyom (m. 37, con roja directa a Amaya (m. 66) y al segundo entrenador del Granada Roberto Cuerva. Amarilla a Rubén, Cámara, Ortega, Martín Ortega, Lucena; y a Berro.
Incidencias: Los Cármenes, 7.000 espectadores.
1 comentario:
Que verguenza lo del arbitro...
Publicar un comentario