lunes, 23 de noviembre de 2009

GRANADA CF 0 - POLI EJIDO 0

RAFAEL LAMELAS.-

 

Tercer empate consecutivo de un Granada que no abdica del primer puesto pero que da pie a la inquietud con su juego

Tomé lleva semanas oliendo a humo, sabe dónde está el fuego pero no encuentra el extintor por ninguna parte. El entrenador del Granada tiene razones para estar preocupado y motivos para reflexionar después del empate a cero ante el Poli Ejido, aunque siga durmiendo en la azotea de la Liga. Su centro del campo es quebradizo y es incapaz de sostener a un equipo que aspira a la grandeza. Los rivales estrangulan esa zona y fulminan sus respuestas, convirtiendo a los rojiblancos en un cuadro previsible, por excesivamente directo. Tres empates consecutivos no han comprometido el primer puesto del Granada, pero han dejado en pañales su propuesta futbolística.

Resulta digno de estudio que la debilidad que ve cualquiera en este equipo, incluido el entrenador, no haya sido subsanada en estas últimas semanas de continuada depresión en el juego, a pesar de las goleadas recientes y del mando en la clasificación.

Las genialidades de sus luminarias no iban a alcanzar siempre, menos con adversarios corajudos como el Poli Ejido, una de las mayores potencias a las que puede enfrentarse en el curso. Los partidos se deciden en las áreas pero se condicionan en el centro del campo. Allí, el técnico local no encuentra ni protagonistas rotundos ni organización alguna. No hay patrón, los futbolistas fallan controles infantiles y hasta pases fáciles, pero tampoco ayuda la obsesión de Tomé por solucionarlo acumulando personal de perfil ofensivo, como hizo en la segunda parte. Así pueden brotar acciones de gol, pero jamás se recuperará el dominio del balón.

Renunciar a restablecer el orden por el frenesí que arrojan los puntas es más temerario que atrevido.

El mejor adversario que ha pasado por Los Cármenes hasta la fecha convertía en nuevo examen la cita de los rojiblancos. El Poli Ejido consiguió cuestionar los piropos recibidos por el Granada en el transcurso de la temporada con una propuesta muy seria. Parecía que este estadio podía ser una agonía para los visitantes, pero no para todos. Los celestes no sólo confirmaron las dudas que se cernían sobre el conjunto local, sino que las acrecentaron. Empujaron el partido hacia un beneficioso atasco, del que pudieron salir bien parados si no llega a ser por la laboriosa defensa rojiblanca. Más exigida que en otros partidos, sobrecargada de trabajo, pero soberbia como es habitual. Que Nyom vuelva a ser el más lúcido es un premio a su constancia, pero habla mal del desarrollo que ofrecen sus compañeros, más capacitados en lo técnico, pero demasiado enredados.

Conocer el fallo no significa que se le sepa poner solución. Tomé ha probado varias fórmulas para mejorar la fluidez pero pocas le funcionan más allá de una semana. A ello influye un defecto estructural de la plantilla, con unas lanzas en las bandas que suman poco cuando se pierde el balón. Martín Ortega no mejoró a Casares en esta faceta, aunque sí estuvo activo rondando el área rival. Benítez es otra cosa. El jugador más determinante del Granada es también el más ciclotímico. Tan pronto acapara el balón con acciones de lujo como se bloquea en disputas intrascendentes y patadas a destiempo.

Nogués hizo lo que Oli o García Tébar antes, con la misma suerte. Se corre la voz de cómo frenar al Granada. Apelotonar futbolistas en la parcela intermedia, apretar las tuercas con la presión y salir despedidos en ataque. Con un delantero de movilidad como Nakor hizo aún más indigesto el trabajo de Amaya y Mainz. Con Castells persiguiendo a Felipe, atragantó al enlace local en vanguardia.

Los de Tomé no procesaban el fútbol. Se perdió la cuenta de los balones perdidos por Torrecilla y Granada. Acudieron de urgencia a un recurso primitivo, que se está haciendo una constante: balonazo a Tariq. Azcárate y Charpenet, una pareja de centrales que se entiende a la perfección, anularon con su doble marcaje, al límite del reglamento, cualquier acción del ariete, que no lanzó ni una sola vez entre los tres palos, obligado a jugar a más de 20 metros del área.

Pese a todo lo malo, las acciones más claras para marcar volvieron a ser rojiblancas. Eso confirma el enorme potencial que tienen entre manos pero también que al Granada le falta dar un paso más para alcanzar una propuesta coral y a la altura de su inversión deportiva. Puede dar más de sí y lejos de despegar, sestea.

Se masca indudablemente que muy mal tendrían que irle el resto de la campaña para no disputar la fase de ascenso. El problema no es ese, sino el día que lleguen los grandes desafíos. Hay datos que cortan el aire. Los rojiblancos no le han ganado a ninguno de los equipos llamados a estar arriba. Ni al San Roque, Ceuta, Melilla o Poli Ejido, que también porfiará por una de las cuatro plazas.

Sin lanzamientos

La primera parte se escabulló sin lanzamientos entre los tres palos, pero la eterna sensación de que en cualquier gesto impredecible del Granada puede caer el gol. El Poli apenas se apuntó un tiro cruzado de Cañadas y vio como Nakor abandonaba tocado el primer acto. Nogués solucionó la coyuntura dando entrada a Raúl, más estático que el otro punta pero que facilitó las conexiones de los ejidenses, con una labor clónica a la que Tariq desarrolló en otras tardes.

Tomé observaba el naufragio de su centro del campo y apostó por medidas desesperadas. Quitó a Torrecilla, metió a Ighalo, formó con dos puntas e impulsó una inédita pareja de constructores, con Felipe y Granada, que duró poco más en el campo, para darle paso a Óscar Pérez. Si poco habían olido el balón los locales, menos lo hicieron a partir de ese momento, pese a que cuando lo recuperaron cualquiera cosa pudiera ocurrir, tanto bueno como malo.

Nogués refrescaba sus bandas en busca de un contraataque definitivo, mientras que los locales aguardaban a un toque de varita arriba. Ighalo se metió de lleno en la brega, tuvo gestos notorios, pero le falta esa capacidad de reacción que sólo dan los minutos. Un sector de la grada le cuestionó.

Óscar Pérez dio en el poco tiempo que estuvo en el césped más pases acertados que Torrecilla y Granada juntos. Pero había demasiados desubicados en la fase final, convertida en un patio de colegio.

Tariq medraba por la mediapunta, Felipe intentaba sofocar a sus compañeros y aproximarse al ataque. Un tiro al poste corrobora su notable aportación. También besó el palo un remate del visitante Raúl. El fútbol era inexistente, pero se prodigaban los acercamientos poco razonados.

Pérdidas de tiempo

El Poli Ejido, pícaro para perder el tiempo en los momentos de fatiga, asumió como positivo el empate en la recta decisiva y permitió que el Granada le cercara algo. Una última oportunidad pudo cambiar por completo el resultado. Benítez provocó una falta a unos 30 metros del área y su lanzamiento colgado al rectángulo del riesgo pudo ser convertido en gol por Mainz. David Valle, sin apenas sudores durante gran parte del choque, voló a la cruceta para salvar un tanto cantado. Fue en la expiración de un partido con más ruido que fútbol, que confirma al Poli como equipo en alza y al Granada como un gigante capaz de todo, pero con puntos débiles, que los demás han descubierto y saben explotar. Uno tras otro.

 

VIDEO EDITADO POR GCFWEB

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